Perú – Trujillo, ¿alguien quiere huacas?

Obvio que queríamos conocer Trujillo, una de las ciudades más importantes de Perú, pero lo que más nos interesaba del lugar eran sus asentamientos arqueológicos, que los hay, ¡y muchos!

Llegamos a Trujillo desde Pacasmayo pasado mediodía (8 soles por persona desde la terminal) y fuimos caminando al centro buscando un lugar donde se se pudieran hospedar Jade, Celine y Michka. Nosotros habíamos conseguido couchsurfing pero hasta la noche no podíamos ir a casa de Vilma, que durante el día estudiaba.

Dejamos los trastos en el hostal donde se hospedaban las chicas, fuimos a comer en un restaurant con menú vegetariano (Celine era la culpable 🙂 ) y a conocer un poco el centro de la ciudad. En Trujillo aún se conserva su pasado colonial pero, quitando la plaza de armas y algunas calles adyacentes, poco más hay por pasear, a nuestro gusto, claro.

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Ya de noche, nos despedimos de las chicas y nos dirigimos a casa de Vilma. Nos recibió Fernando, un arqueólogo corrupto (tenía muchas piezas precolombinas en casa que no debería tener…) que compartía piso con ella y otra chica más. Muy amablemente nos ofreció una cerveza bien fresca de bienvenida. Al rato nos ofreció otra y al rato nos comentó que vendía cervezas y que si queríamos más sólo teníamos que pedirla. Vamos, que nos daba la sensación que había negocio por medio, o eso pretendía…

Sin más, cansados como estábamos, charlamos un poco y nos despedimos hasta la mañana siguiente, todo ello sin haber podido conocer a Vilma, que trabajaba por las noches como chica de compañía.

La mañana siguiente nos saludó con mucho calor, algo habitual en Trujillo, donde la temperatura media anual oscila entre los 25 y 30 grados centígrados.

Las chicas esa mañana se movían a un camping en Huanchaco, una antigua caleta de pescadores cercana a la ciudad, y nosotros nos embarcamos en la primera de varias visitas arqueológicas que llevaríamos a cabo esos días.

LAS HUACAS DE LA LUNA Y DEL SOL: A ellas se llega con minivans que cubren el trayecto por 1,5 soles y que se agarran en la rotonda La Marina. Son pocos los kilómetros que separan la ciudad de Trujillo de este asentamiento arqueológico, el que fuera centro del poder de la cultura Mochica.

Primeramente la movilidad de teja en la entrada del museo, en donde se compran las entradas, 5 soles por la entrada al museo y 10 soles por la entrada y la visita guiada a la Huaca de la Luna. La Huaca del Sol no se puede visitar, por el momento. Es importante que se haga toda la visita en este orden ya que en el museo uno se pone al día sobre los moches, su entorno, su ciudad y el culto al poder, de manera que al visitar la Huaca de la Luna ya estamos iniciados sobre el mundo moche.

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La Ciudad Sagrada con la Huaca del Sol al fondo

La Ciudad Sagrada (la ciudad de moche) tampoco se puede visitar pero se puede divisar desde la Huaca de la Luna. Esta ciudad fue capital del pueblo moche y a ella peregrinaron gran parte de los habitantes de la costa y de la sierra norteña. A un lado de ella encontramos la Huaca del Sol, construcción que fue el centro administrativo y político de la cultura moche. Al otro lado encontramos la Huaca de la Luna, centro de culto ceremonial y religioso.

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A conocer la Huaca de la Luna

Después de habernos iniciado en el mundo moche en el museo, nos dispusimos a conocer la Huaca de la Luna. A pies de la misma nos asignaron una guía e iniciamos la visita.

La Huaca de la Luna esta formada por tres plataformas y tres plazas. En la primera plataforma se descubrieron seis niveles. Cada cambio generacional y de estructura de poder suponía cubrir por completo el recinto y construir uno nuevo encima, de ahí que se encuentren varios niveles.

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Ai Apaec o «dios decapitador»

El interior de la huaca os llevará por un viaje a través de la cultura moche. Sus paredes explican la veneración de los moches hacia su dios principal Ai Apaec, también llamado “dios decapitador” (salvador y verdugo a la vez), como también su principal ceremonia de sacrificio, en la cual sólo los sacerdotes podían asistir.

Esta ceremonia consistía en un combate entre guerreros moches que culminaba con la decapitación del perdedor (después de tres semanas a base de san pedro) y la entrega de su sangre (símbolo de fertilidad) al sacerdote para bebérsela. Tened en cuenta que en la época era un honor sacrificarse para tal cometido… ¡difícil asumir lo que se llegaba a hacer por un dios!

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Resumiendo… el estado de conservación de alguna de las pinturas que se pueden ver es impresionante, y todo lo que os explicará el guía es realmente interesante. Vamos, una visita imprescindible en Perú si os gustan estos temas (madre mía qué tostón os acabo de pegar…)

De vuelta a Trujillo aún tuvimos tiempo para juntarnos con las chicas y conocer un poco más esta ciudad.

Esa noche tampoco pudimos conocer a Vilma, nuestra anfitriona. Se estaría escondiendo de nosotros?….

El tercer día lo dedicamos a conocer la ciudad precolombina de CHAN CHAN (“sol resplandeciente» en la lengua quingnam), que forma parte de la cultura Chimú. Para llegar allí hay que agarrar una minivan que vaya a Huanchaco y apearse en el cruce que va al Palacio Amurallado “Nik An”. Desde allí, una pateadita a pleno sol de un par de kilómetros y ya hemos llegado. La entrada a la ciudad tiene un costo de 10 soles. La visita la podéis hacer con o sin guía, con un coste añadido. Nosotros nos aventuramos a hacerla por libre y aprovechamos que había algunos trabajadores por allí para preguntarles alguna duda que nos surgió.

La cultura Chimú apareció en el año 900 d.C. hasta que fue arrollada por la expansión incaica (más o menos 1.500 d.C.). Ocupó asentamientos que antiguamente habían estado ocupados por la cultura Moche. Por ejemplo, en la Huaca de la Luna se han encontrado indicios de ello.

La estructura de sus ciudades, a diferencia de las de la cultura Moche, no sólo era una pirámide ceremonial, sino que a ésta le acompañaban cuartos y edificios amurallados.

La ciudad de Chan Chan es la más grande construida de adobe de América y la segunda más grande del mundo. Está formada por nueve pequeñas ciudades amuralladas, formando, en conjunto, la que fue capital de la cultura Chimú.

Dando un paseo queda clara la estratificación con la que se contruía, es decir, cómo en esta cultura se diferenciaba la gente por clases y se las dividía como tal.

Lo que más impacta son los muros decorados. Motivos geométricos, peces y aves son representados con gran detalle. A nosotros nos quedó la duda de si realmente se habían mantenido estos muros con el tiempo o ha habido una reconstrucción de los mismos ya que es increíble lo bien cuidados que están.

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Fue una visita muy llamativa que nos siguió “formando” sobre las culturas precolombinas del Perú y que rubricamos con la visita al museo que hay cerca del asentamiento. Una visita que a nuestro entender podéis evitar. El museo es pequeño y sin mucha información que añada lo aprendido.

La tarde la ocupamos en ir a visitar a nuestras amigas viajeras y de paso conocer un poco Huanchaco (1 sol la minivan desde el cruce a Chan Chan).

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Huanchaco desde las alturas

El pueblecito es bonito y tranquilo, una buena opción si no queréis hospedaros en Trujillo. Una costanera agradable para pasear y, con un buen día, ¡su playa os regalará una puesta de sol de premio!

Ya de vuelta a Trujillo, después de cenar, ¡por fin pudimos conocer a Vilma! Una chica vergonzosa y agradable que por primera vez hospedaba a couchsurfers con la intención de conocer gente de otros países. ¿Le costó lo suyo buscar un hueco para conocer a los primeros, no?… Entre cerveza y cerveza la noche se fue animando hasta que Fernando apagó las luces, encendió la bola de cristal discotequera y puso la música a tope, todo ello mientras animaba a Vilma a subirse a la mesita y contonearse al ritmo del reggeatón de turno. No es necesario – le íbamos comentando… Suerte que la pobre chica no se dio al juego. Junto con la otra compañera de piso conversamos por largo tiempo hasta que dimos por finalizado el encuentro nocturno. Nos despedimos de Vilma (por compromisos no la volveríamos a ver) y ¡a la piltra a descansar!

Quedaban dos jornadas por aprovechar antes de dejar Trujillo. Nuestra siguiente visita fue al COMPLEJO ARQUEOLÓGICO EL BRUJO, más concretamente a la HUACA CAO VIEJO, en donde en el año 2006 se descubrió a la DAMA DE CAO.

Para llegar al complejo hay que agarrar una micro hacia Chocope (3,5 soles por persona) y desde allí, colectivo hasta Magadalena de Cao (2,5 soles por persona).

La entrada al complejo El Brujo es de 10 soles por persona.

Cuando fuimos nosotros otras zonas del complejo no se podían visitar pero tanto el museo como la huaca estaban abiertos al público.

IMG_2026La Huaca Cao Viejo empezó a construirse con adobe en el año 200 d.C. por la cultura Mochica. Como otras huacas que visitamos, esta compuesta por varios niveles.

Lo más interesante del asunto es que en esta huaca se descubrió a la Dama de Cao, o Señora de Cao, una gobernante moche que está expuesta en el museo del sitio. Se llegó a la conclusión de su estatus gracias a la cantidad de adornos de oro y a los vestidos que se encontraron en su tumba. Y es interesante porque era mujer, algo impensable antes del hallazgo, ya que se creía que sólo los hombres habían ejercido altos cargos en la antigüedad.

Al desenterrar a la Dama de Cao, que por lo visto murió por complicaciones postparto a la edad de 25 años más o menos, encontraron su cuerpo cubierto con más veinte fardos. Entre los fardos encontraron mantos, ajugas de oro, porras, diademas,… y su cuerpo estaba decorado con gran cantidad de joyas, narigueras,… Junto a su cuerpo había otro cuerpo de una chica estrangulada, que tenía la función de acompañar a la Dama de Cao en su viaje hacia el mundo de los ancestros. Os mostraríamos imágenes de la momia pero estaba estrictamente prohibido hacer fotografías en el museo…

En resumen… otro imperdible arqueológico peruano. La verdad, ¡este país no dejaba de sorprendernos!

La visita nos ocupó prácticamente todo el día, así que a la llegada a Trujillo fuimos directos a casa a descansar.

El último día en la ciudad fue distinto para cada uno. Yo ya tenía el cupo lleno de visitas arqueológicas y pasé el día con Celine, Michka y Jade mientras Sam, “el hombre huaca”, visitaba otros asentamientos, en concreto la Huaca Esmeralda y la Huaca del Dragón, más templos ceremoniales de la cultura Chimú.

Fueron unos días divertidos, interesantes y llenos de arqueología. Nuestra siguiente parada en Perú iba a ser muy diferente. Huaraz, tierra de montañas y trekkings, asomaba la cabeza.

La gran Jade nos dejaba, su ruta la iba a llevar por otros lares, pero Celine y Michka seguían camino con nosotros.

¡Se acercaba el cumpleaños de Sam!

 

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